
El inconfundible sabor del Mole que une tradición y mesa
El mole es considerado uno de los tesoros culinarios más representativos de México. Su historia se remonta a la época prehispánica, cuando se preparaban salsas espesas con chiles, semillas y especias. Con la llegada de los españoles, se incorporaron ingredientes como el chocolate, que lo transformaron.
Cada estado mexicano tiene su propia versión del mole, siendo Puebla y Oaxaca los más famosos. El mole poblano combina más de veinte ingredientes, entre ellos chiles secos, especias y chocolate, para crear un sabor profundo y equilibrado que mezcla lo dulce, lo picante y lo salado.
Se dice que este platillo se creó en un convento, cuando las monjas improvisaron con los ingredientes disponibles para agasajar a un virrey. Desde entonces, se convirtió en un símbolo de hospitalidad y celebración en fiestas y reuniones familiares mexicanas.
Hoy en día, el mole se sirve comúnmente con pollo o pavo, acompañado de arroz rojo y tortillas recién hechas. Su complejidad de sabores lo convierte en una experiencia gastronómica que no solo alimenta, sino que cuenta una historia en cada bocado.